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nombró también jueces en todas y cada una de las ciudades fortificadas del territorio de Judá, y les dio estas órdenes:

— Miren bien lo que hacen, porque no administran la justicia humana, sino la justicia del Señor, que estará con ustedes cuando dicten sentencia. Por tanto, respeten al Señor y tengan cuidado con lo que hacen, porque el Señor nuestro Dios no tolera corrupciones, ni favoritismos, ni sobornos.

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